edificios

no lo sabemos
- alguien lo sabrá. no yo -

cuándo las personas empezamos a ver como natural
respirar amontonados: dormir, comer, bañarnos
unas encima de otras.

cuándo dejó de inquietarnos
que decenas de pares de pies taconearan sobre nuestras cabezas;
que muebles, agua, comida, barrigas, cemento, huesos,
quilos y quilos de materia pendieran a unos metros sobre nosotros.

cuándo decidimos identificar como hogar nuestro
aquel cubículo dentro de aquel piso dentro de aquel edificio dentro de esta ciudad.

y cuándo dejamos de darnos cuenta
de que esos ruidos que te molestan - esos, sí, en este instante -
son en realidad la voz de alguien, la cama de alguien, las sillas de alguien;
son sus movimientos, sus quejidos, sus palabras.
es su vida que transcurre en el piso de arriba:
su vida que ingoras,
y tu vida ignorada
en el espacio de abajo.

2 comentarios:

  1. Hola Maria.

    Así es. Sobretodo en las grandes ciudades, donde los edificios son como nidos de abejas.

    Tu vives en un pueblo muy bello.Allí si que se respira aire puro.

    Besosssssssssssssss, Montserrat

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  2. Tu literatura es un alucine. Me encanta, este texto sobre todo me ha volado la mente.

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