3, 2, 1

Podría escribir
algunas cosas tristes esta noche
Por ejemplo,
que en
3, 2, 1
te olvidarás de mí.
y en
1, 2, 3
pensarás en

- que más da, entonces -

encuentro multicultural

Tengo que escribir algo. Unas palabras para presentar este Encuentro Multicultural. Pero no sé por dónde empezar, hacia dónde dirigirme, qué metáfora emplear.

Y lo dejo estar. Unas horas, unos días.

Hasta que abro el periódico o salgo a la calle y me saltan a la cara noticias que no quiero leer, realidades que me gustaría romper.
En Europa, la xenofobia va ganando terreno.
En el metro, a mi lado, alguien dice “Yo no soy racista, pero sí ordenado. Sólo pido que cada uno esté donde le toca estar: en su país”.

Entonces, algo oscuro, semejante a un lodo negro, viscoso, se va infiltrando en mí, me acompaña.
Y no lo entiendo: cómo parece ser que los seres humanos no aprendemos del pasado, cómo dejamos que nuestros pensamientos sean gobernados por el miedo a lo diferente, y que la masa y las frases hechas hablen por nosotros.
Y construimos barreras entre nosotros mismos, y evitamos mirar y sentir a las demás personas: las que están en cualquier rincón del planeta y las que conviven en nuestra misma calle.

Llega el final del día, me doy cuenta de que soy poso de lo que voy viviendo, y que ese hueco negro y triste sigue ahí.
Y tengo que escribir algunas palabras para el día de hoy.

¿Pero… qué significa un pequeño Encuentro Multicultural, en las calles de un pueblo perdido? Si cada mañana voy a seguir abriendo el mismo periódico y viajando en el mismo metro…

Quizá signifique no cruzarnos de brazos, no dejar que nos lleve la corriente.
Intentar limpiarnos de ese lodo que se nos adhiere a la piel y al corazón.
Conocer y disfrutar un poco más con los demás, aquellos que hemos separado mediante colores, himnos y banderas sin sentido, personas con quienes compartimos más de lo que pensamos: la tierra, el aire, los sueños, la libertad, la vida.

Así, quizá esta concentración sea simplemente nuestro granito de arena, nuestra voluntad de construir una realidad más justa, más humana, más llena de luz, en la que todos tengamos cabida.
Porque, al final, el mundo es eso: un montón de pequeños espacios contiguos que construimos nosotros mismos.

nostalgia de nariz

Tengo nostalgia de nariz
prominente, morena, paredes planas.
Recorrerla. Observarla. Grabármela
en primerísimo primer plano.

La medida:
narices solapadas,
ojos con mirada distorsionada
- ¿mejor cerrarlos? -
labios a un suspiro de distancia.

ciudad

Vuelvo
y la ciudad me espera
con otros colores.
Lo sé:
urbe-humo, ruido, coches, prisas
cancerosa.
Pero la miro
y se abre en viento,
hojas verdes y rojas -oasis-
cielos azules, nubes grises tan tangibles,
atardecer naranja, vertiéndose sobre los edificios.
Asoma la lluvia.

Recordatorios de que también aquí
hay luz.
Las farolas se encienden
justo ahora. Ahora.
Ciudad-venas repletas de vidas,
rellenas, enérgicas, vibrantes.

encuentra

Tranquila.
Sólo encuentra
un rincón
donde pares el tiempo
- respira -
donde hagas nacer
un pensamiento:
como un soplo
como una luz
como
un remanso de agua
un puñado de arena
serena
- respira -
Y encuentra.


para Mireia