de-tener

debo de tener los ojos para adentro
- porque no paro de verte
aunque no estás -

sí, debo detenerlos.

eso era amor


Le comenté:
- Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
- ¿Te gustan solos o con rimel?
- Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato
y se fue a tientas.

- Ángel González -


un vaso

Varios ancianos deambulan por esa sala de paredes y sofás esterilizados. Otros están sentados, confundiéndose con el mobiliario. Pero la mayoría mira el ventanal que da vistas al jardín. Silencio.

Ella observa un vaso con medicamento naranja que tiene entre sus manos, arrugadas, pálidas, venosas. Permanece inmóvil en su silla de ruedas, con una manta de lana sobre las piernas.

Silencio. Alguien tose. Silencio y quietud.
Continúa con el vaso entre las manos, mirándolo.

Mis dos manos, tersas, rosadas, rodean las suyas. Estoy en cuclillas, frente a ella. Me mira, nos miramos. Me incorporo y la abrazo. Apoya el vaso sobre sus piernas, las manos lo sueltan. Tenemos las caras tan cerca. Acaricia mi rostro y, después, el suyo. Nuestras frentes, nuestros párpados, nuestros mentones... nuestras narices aguileñas. Sí, lo sé. Sonríe. Observa mi pecho, adornado con su colgante. Toca su cuello, su escote desnudo, coronado sólo con blandas venas. Mira al suelo. Desabrocho la cadena que pende de mi cuello y rodeo, con ella, el suyo. Por un momento recuerdo su tersa piel, su firme escote, el colgante bailando entre sus senos maduros pero vivos. Recuerdo las noches en las que me arropaba, las tardes en que cocinaba chocolate caliente, las mañanas de risas incansables.

Sonríe. Estrecha mi mano, me mira, separa los labios... va a hablarme.
Pero vuelve a rodear el vaso con las dos manos. Y no quita –ni quitará– la mirada de él.

stop


decidir que ya, stop
a algunas cosas
y adelante
otras.

- aunque también me quedo
con stops temporales
algunos
más adelante, ya veremos -

a aletazos

que caigan a aletazos los agobios
nada más.
que mis brazos me hagan parecer
una mariposa
y sentirme así, liviana.
sin pendientes tareas, trastos, amores
desordenados.
que caigan, sí.
a aletazos.

only one wish

inventa un rincón
dibuja un farol
enciende su luz

para mí

(una de) binomio fantástico

No quiero comer pescado.

Aquel hombre se ha metido dentro de la sardina que hay en mi plato. Así, a la plancha, se le ha quedado tostadito el cuerpo, y los ojos se le han recubierto de una película gelatinosa bajo la cual sólo existe un rumor de lo que pudieron ser sus pupilas.
Ojos quemaditos; asados y acuosos. De sardina. De aquel hombre.
Tuve que cerrárselos en el hospital. Accidente de moto, fuego, hombre.

Los demás clavan los cubiertos en los pescados de sus platos. Cercenan sus cabezas, rebanan sus vientres, chupan sus espinas.

No. Yo no comeré pescado.
Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.
Juan Ramón Jiménez

¿quién soy yo?


Soy yo.
¿Quién soy yo?

Párpados. Uñas. Deditos.
Y esto; esto también.
- corazón: late -
Yo hoy, aquí y ahora.
Ahora ya pasó.

¿Quién soy yo?
Vísceras y agua.

Pero no. Eso no. Sólo eso no.

También soy un yo no-párpados. No deditos.
No vísceras ni agua.
Mi yo no-uñas.

Inasible.